Comunicado: La CAC ratifica el mensaje expresado en su Encuentro Anual
La Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC) ratifica lo señalado en el 4° Encuentro Anual para el Desarrollo del Comercio y los Servicios –organizado por la Entidad el pasado 4 de julio–, respecto a la responsabilidad de la dirigencia política en las severas dificultades que actualmente padece nuestro país.
La CAC representa a cientos de miles de micro, pequeños, medianos y grandes empresarios de todo el territorio nacional; hombres y mujeres que con su esfuerzo cotidiano generan valor agregado y empleo en circunstancias por demás adversas, signadas por la inestabilidad, la desmedida presión tributaria, la “industria del juicio laboral”, las trabas burocráticas y un largo etcétera.
Desde la Entidad en más de una ocasión se señaló que todos, desde el rol que a cada uno le toca cumplir como ciudadano, tenemos algo que ver con la triste realidad que atraviesa nuestra querida patria. Pero esto en modo alguno implica desconocer que existen diversos grados de responsabilidad.
Son aquellos que, a través del voto expresado en las urnas, resultan honrados con las más altas posiciones gubernamentales quienes tienen total injerencia en el devenir de nuestro país y, consecuentemente, a quienes les cabe la absoluta responsabilidad en nuestro presente y porvenir.
Inflación sostenida, pobreza creciente, desorden manifiesto y un rezago cada vez más marcado con naciones comparables caracterizan hoy a nuestra Argentina. Parece entonces evidente que, a lo largo de las últimas décadas, la dirigencia política que ha conducido los destinos del país, lamentablemente, ha tenido más errores que aciertos.
La CAC no tiene bandería partidaria alguna. Con su accionar y declaraciones la Entidad no busca más que promover y defender al sector representado y, por su intermedio, el conjunto de la economía, en un marco de respeto irrestricto de la Constitución Nacional y las instituciones de la República, en pos del progreso económico y social.
Por último, la Entidad aboga por que las naturales y bienvenidas diferencias de opinión que caracterizan a toda sociedad democrática se manifiesten sin recurrir a descalificativos o improperios innecesarios.