Jueves 6 de julio de 2023
Gestión CAC
Posición de la CAC

Grinman: “Vivir con lo nuestro no era factible en los 70 y aún menos ahora”

El presidente de la CAC dialogó con La Nación sobre las restricciones a las importaciones y su impacto en el sector.

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A continuación se reproduce la nota escrita por la periodista Gabriela Origilia para La Nación.

Vehemente cuando habla, el presidente de la Cámara Argentina de Comercio, Natalio Mario Grinman apunta a la clase política como la gran responsable de las crisis recurrentes que vive la Argentina. Asegura que sería una “falta de respeto” decirles a los gobernantes que las restricciones a las importaciones están complicando a toda la actividad.Todos dependemos de todos. La Argentina suele retomar aquella idea de ‘vivir con lo nuestro’; no era factible en los ‘70 cuando se planteó y cuando, en aquel entonces, proponía el modelo de sustitución de importaciones y ahora menos aún”.

En diálogo con LA NACION subraya que el comercio depende de las importaciones porque está “al final de la cadena de la oferta de bienes y servicios”. Repasa que alrededor del 11% de lo que la Argentina importa son bienes finales, con lo que el 89% son bienes que entran al principio (bienes de capital y piezas y accesorios a esos bienes de capital) o en etapas intermedias de las cadenas productivas. Grinman reitera que el sector “siempre depende de que puedan producirse bienes y servicios comercializables, incluso en etapas intermedias”.

Está convencido de que la caída de ventas en el comercio se vincula, en parte, con las limitaciones para las importaciones porque reducen la oferta: “Si se piensa que solo alrededor del 1,5% del PBI son bienes finales importados no luce grande el impacto, del 0,35% en el PBI, pero hay que tener en cuenta que el total de las importaciones son más o menos el 13% del PBI, por lo que una baja del 27% representaría un impacto del 3% en el PBI”.

-Suele existir la presunción de que el comercio doméstico no tiene vínculo con el intercambio internacional…

-No es así en absoluto. Todos dependemos de todos. La Argentina suele retomar aquella idea de “vivir con lo nuestro”; no era factible en los ‘70 cuando se planteó y cuando, en aquel entonces, proponía el modelo de sustitución de importaciones y ahora menos aún. China es el primer exportador mundial y el segundo importador; Estados Unidos el segundo exportador y el primer importador. Esos datos muestran la relación directa que hay entre una cosa y la otra. En todo el planeta es así. En la Argentina entre el 87% y el 89% de lo que se importa son insumos básicos imprescindibles para producir; el resto pueden ser artículos que no son claves. Los números muestran claramente la necesidad que hay de importar. En una góndola de supermercado las importaciones son claves; el cliente ve una caja de juego de naranja, pero ahí existen componentes que vienen de afuera que pueden ser desde el acidulante del jugo a insumos para fabricar el packaging…

- ¿En qué porcentaje, en promedio, depende el sector comercial de las importaciones?

-Siempre depende de las importaciones porque está al final de la cadena de la oferta de bienes y servicios. Le insisto, si se ve con detalle, alrededor del 11% de lo que la Argentina importa son bienes finales, lo que quiere decir que el otro 89% son bienes que entran al principio (bienes de capital y piezas y accesorios a esos bienes de capital) o en etapas intermedias de las cadenas productivas (insumos, combustibles, vehículos de transporte de cargas). Esto significa que el sector de comercio siempre depende de que puedan producirse bienes y servicios comercializables, incluso en etapas intermedias. Además, nuestro sector también incluye al comercio internacional, así que, en ese sentido, también una economía más cerrada afecta a gran parte de nuestros socios que operan en el intercambio exterior y que están distribuidos por todo el país.

-¿Cómo ven que fue evolucionando el impacto de las distintas restricciones al dólar en el sector? ¿Han tenido momentos más complicados que el actual?

-Las crisis por necesidad de divisas, la restricción externa, en la Argentina son históricamente recurrentes. Sin duda, ésta es una de las más severas de nuestra historia por una sequía que deja a esta economía con una falta de dólares por exportaciones de entre 22.000 y 23.000 millones de dólares, lo que representa alrededor del 25% de lo que la Argentina exportó en 2022 y el 27% de lo que importó el año pasado. Es decir que tendría que buscar cómo financiar ese 27% o limitar las importaciones: lo que estamos viendo es una combinación de las dos.

-¿Relacionan la caída de ventas que se registra con las restricciones a las importaciones?

-Sin dudas. El impacto en la economía real de la caída de las importaciones por la baja en las exportaciones y el difícil acceso que tiene nuestro país al ahorro externo está directamente relacionado. La disminución en las importaciones va a hacer que haya menor oferta y, por ende, menor cantidad de ventas. Si se piensa que solo alrededor del 1,5% del PBI son bienes finales importados no luce grande el impacto, del 0,35% en el PBI, pero hay que tener en cuenta que el total de las importaciones son más o menos el 13% del PBI, por lo que una baja del 27% representaría un impacto del 3% en el PBI.

-Habló de la crisis recurrentes…

-Es que nosotros no somos inteligentes, no nos movemos de manera estratégica. La desgracia de la invasión Rusia a Ucrania produjo innumerables impactos, entre ellos el encarecimiento del gas. Hace diez años que venimos hablando de Vaca Muerta, de su potencialidad y cuando el mundo necesitó gas y petróleo notros también importamos. Esas son las cosas que hacemos los argentinos. Tenemos una potencialidad que no la estemos aprovechando. Decir que este es un país rico es mentira; tenemos la potencialidad para ser rico, pero la clase política lleva nueve décadas, un siglo haciendo cosas que no van. Es un tema argentino.

-¿Han planteado todo esto al Gobierno, lo han conversado con los funcionarios?

-Lo hemos conversado, pero decirles esto es una falta de respeto. Los gobernantes tontos no son; saben perfectamente todas estas cuestiones. Lo que decimos de la interdependencia es el ABC de la economía. Así que no es que no sepan, hay otras cuestiones que tienen que ver con vaya a saber qué cosa que les impiden hacer lo que hay que hacer en la Argentina. Todo esto del impacto de las restricciones en la actividad es tan básico como respirar. Acá los gobernantes quieren descubrir algo nuevo todos los días, la alquimia para fabricar oro y eso no existe, el mundo funciona como funciona. Israel no tiene recursos naturales, tiene problemas de violencia, tuvo problemas y le llevó tiempo resolverlos pero lo hizo y hoy tiene una economía floreciente, la inflación controlada. Nosotros, con los recursos que el mundo nos envidia, somos cada vez más pobres. El problema es la clase política, donde hay quienes dicen que la meritocracia no sirve. Hay que potenciar la educación, el mérito, tendría que haber una sociedad de premios y castigos, pero hay una clase gobernante que cree en el pan y circo. Hoy de cada tres niños que nacen dos son pobres. Es muy complejo, lo que se vislumbra no es algo bueno. Ningún partido por sí solo podrá resolverlo. Sino tiene consenso y acompañamiento responsable, no va a poder gobernar, va a ser inviable. Hay que poner orden, no hablo de represión sino orden con la Constitución.

-¿Cómo está el gobierno argentino respecto al del mundo, al de países como Chile o Brasil?

-Está diez años atrasado y es absolutamente lógico. Quién va a venir a invertir, quién va a traer dólares si el Gobierno los toma y les dice que las utilidades nos las va a poder sacar ahora o que los podrá sacar con determinadas condiciones. No hay previsibilidad jurídica y la laboral prácticamente no existe. Hay un sindicato patotero que frena actividades o que impide entrar o salir de una empresa. Pasan cosas muy raras y el mundo lo sabe. Hace unas semanas integré un panel donde había empresarios de comercio de todo el mundo. Había un chileno, un canadiense, un estadounidense y un uruguayo; todos fueron hablando de sus situaciones. Cuando me llegó al turno dije “ganamos el Mundial 2022, tenemos al mejor jugador del mundo, al mejor DT, a la mejor hinchada”. ¿Qué iba a decir? Tenemos gas, litio, el potencial que tenemos es enorme pero no la aprovechamos. Cuando uno está en la centralidad no se da cuenta, pero en la periferia lo ve. Tenemos todo, tenemos tanta abundancia pero la clase política desastre. El populismo logró hacerle creer a la gente que la luz es barata, que el gas es barato porque hay subsidios. Con (Raúl) Alfonsín había 800.000 cajas PAN ahora hay 12 millones de personas con ayudas del Estado; tributamos 8,5 millones para que subsistan 35 millones. A la inflación no la pueden controlar; los controles de precios no funcionan, nunca funcionaron. Los políticos están divorciados de la gente.

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