Miércoles 15 de enero de 2025
Comunicados de prensa
Posición de la CAC

Grinman: “Los inversores tienen miedo de que vuelvan aquellos que consideran peligrosos”

El presidente de la CAC  brindó una entrevista a fondo a Cenital, en la que abordó distintos temas vinculados con el sector.

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En el marco de una entrevista con Cenital, Natalio Mario Grinman, presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), compartió su perspectiva respecto de la gestión del actual gobierno y advirtió que la falta de confianza política retrasa las inversiones necesarias para el crecimiento del país. En ese sentido, puso el foco en la necesidad de generar confianza y llevar adelante una modernización para potenciar el sector empresarial en Argentina.

A continuación se transcribe la nota escrita por el periodista Esteban Rafaele:

El presidente de la Cámara de Comercio defiende las políticas de ajuste del gobierno y advierte que la falta de confianza política retrasa las inversiones necesarias para el crecimiento del país. Pone el foco en la necesidad de confianza y modernización para potenciar el sector empresarial en Argentina.
La oficina de Natalio Mario Grinman, presidente de la Cámara Argentina de Comercio, tiene un amplio ventanal que da a Puerto Madero. Desde arriba, la Casa Rosada, a media cuadra, luce tranquila, como el resto de la Ciudad de Buenos Aires en la segunda semana de enero. Grinman llegó el lunes al mediodía desde Concordia, Entre Ríos, donde vive. Prefiere pasar los veranos allá y no en Punta del Este, explotada de eventos sociales en el que se cruzan los empresarios argentinos. Cuenta que lo invitaron a varios almuerzos, uno con el presidente electo de Uruguay, pero declinó..
Grinman es el dirigente empresario más entusiasmado con el gobierno de Javier Milei. La CAC envía comunicados de apoyo ante cada medida económica. En el aniversario de asunción, la Cámara que agrupa a grandes y medianas empresas -con afiliados como la Corporación América y Mercado Libre- y firma la paritaria más importante del país, por la cantidad de empleados de comercio, celebró “los progresos alcanzados y sobre todo el rumbo elegido”. Las ventas minoristas recién empiezan a recuperarse, pero la actividad fue de las que más cayó en el año, junto con la industria y la construcción. En diálogo con Cenital, Grinman atribuye esa caída a la medicina necesaria para superar la enfermedad.
-Cenital: La Cámara y usted en particular se mostraron muy entusiastas con este primer año del gobierno de Milei, mientras la actividad de comercios mayoristas y minoristas cae. ¿Por qué manifiestan tanto entusiasmo a pesar de la baja en las ventas?
-Grinman: En mis años de poder ejercer mi derecho al voto, he votado variopinto. Nunca me guió un partido determinado, pero mi voto siempre fue coherente, porque siempre me equivoqué. Voté a candidatos que prometieron de todo y no cumplieron. Con Milei me pasó algo distinto. Yo no lo conocía y tuve la oportunidad de charlar bastante con él en un almuerzo del CICyP (N. de la R., el Consejo Interamericano de Comercio y Producción), en 2023.
– Ya como candidato a presidente.
-Claro, él ya se estaba postulando. Me senté a su derecha y ahí estuvimos charlando un largo rato y me llamó la atención. Me pareció un tipo distinto, una persona diferente en todo sentido, ni bueno ni malo, pero un tipo diferente, que no provenía del palo de la política. Insisto: nunca antes había hablado con él, lo miraba por televisión, pero me parecía un show más de la TV, como otros. Pero cuando me puse a hablar con él, algo me llegó y dije “¡wow!”, acá hay algo raro, algo distinto. Lo que me hizo click, al final, fue que nunca prometió un camino llano, sino, como dijo Churchill, (salvo sangre), sudor y lágrimas. Decía que en Argentina había que hacer un esfuerzo, que es lo que nosotros, en la Cámara, siempre sostuvimos. Vos, en tu actividad empresarial o en tu casa no podés gastar más de lo que ingresa. Después, había que ver si podía hacerlo realidad, y ya en el primer mes equilibró las cuentas. Me podrán decir que fue un ajuste monstruoso, pero empezó a cumplir con la baja de la inflación, del déficit, del gasto público, con la disminución de la brecha, el Banco Central dejó de emitir a lo loco. ¿Quién hubiera dicho que la inflación de diciembre iba a ser solo el 10% de la que había un año antes? O que el riesgo país iba a estar debajo de los 600 puntos? ¿Y que se iban a terminar los problemas en las calles con la Constitución en la mano? En diciembre, el supermercadismo recibía pedidos de mercadería, de buena o de mala manera. Esto no ocurrió, porque los sectores postergados reciben ayuda, pero sin que los obliguen a marchar.
-Habló de sudor y lágrimas. Este ajuste monstruoso que mencionó recayó sobre jubilados y trabajadores. Y, por lo tanto, cayeron las ventas. ¿Hasta cuánto cree que el Comercio apoyará este ajuste si no redunda en una mejora en la actividad interna?
-Esta conversación la tuve en los primeros cuatro o cinco meses, me llamaban especialmente del interior del país. Las grandes empresas poco, porque tienen otra mirada y otra espalda. Yo siempre hablo de Doña Rosa, que me decía: “Qué hacemos, no vendemos”. Yo respondía: “Mire, comparto su preocupación. Pero venimos de una terrible enfermedad. Si tengo una enfermedad así, el médico me dice que el tratamiento será doloroso, pero que hay altas probabilidades de sobrevida”. Es difícil poner una fecha, pero estoy seguro de que, si se baja el gasto público y se controla la macro, Argentina volverá a insertarse en los mercados internacionales y, fundamentalmente, se volverá a generar confianza. Porque el problema del país es que no genera confianza, por todas las veces que ha incumplido las reglas. No va a ser fácil, no va a ser de la noche a la mañana. Pero si lo logramos, Argentina tiene un porvenir extraordinario. Pasado el medio año de gobierno, esas llamadas dejaron de llegar, no porque hayan cerrado empresas, sino porque Doña Rosa entendió y, de a poquito, todo el miedo que tenía se le fue calmando, porque había un país más normal y muy diferente al que habíamos tenido. Y Doña Rosa sabía que lo de 2023 era insostenible, por los anabólicos del “plan Platita”.
-¿Qué espera para 2025?
-Todas las expectativas coinciden en una inflación de entre 25 y 30%. Para 2026 ya sería del 13%. Pero la gran batalla de Argentina es una batalla cultural. Lo que ha hecho este Gobierno, el presidente lo plantea como algo único en el mundo y probablemente sea así. Israel, por ejemplo, logró bajar la inflación desde 400% con acuerdos entre el Ejecutivo, empresarios y sindicatos, y todos los sectores políticos se dieron cuenta de que tenían que hacer las cosas de forma diferente. Argentina es más complicada en ese sentido. Va a llevar tiempo, pero haber bajado la inflación a la mitad en un año es un logro importantísimo.
-Con jubilaciones y trabajadores que perdieron poder adquisitivo.
-Los jubilados, claro. Ahora, lo de los salarios es relativo. Nosotros firmamos una paritaria del 127%, terminará 10 puntos por arriba del IPC. Queremos que los trabajadores ganen bien. El problema es que si se ponen 1000 pesos en el bolsillo del trabajador, hay otros 500 o 700 que van al bolsillo del payaso del Estado. Cristina Fernández de Kirchner jubiló a 3,5 millones de personas que nunca habían aportado.
-Con el empleo informal que mide el INDEC estable en torno al 35% desde hace años, son personas que no aportan porque el empleador no hace el aporte.
-Claro, y la informalidad debe estar por arriba del 50%.


– ¿Al sumar el monotributo?
-Sí, Argentina debe estar en 50% de informalidad. Si se pudiera bajar, habría mucha más gente aportando al sistema. Por lo tanto, la carga tributaria que hoy recae en el 50% de la población se redistribuiría. No es lo mismo que vos hagas una fiesta, vengan 20 tipos y, de los 20, 10 te digan “yo vine, pero no tengo plata”.
-En ese sentido, el Gobierno incluyó en la Ley Bases un blanqueo laboral, pero no tuvo éxito. Hasta noviembre se habían formalizado apenas 2033 empleos. ¿Por qué no funcionó?
-Porque todavía nosotros no creemos en el modelo laboral argentino. Tiene que modernizarse en todo sentido. En Argentina, ser empresario -y me refiero a Doña Rosa, que tiene una mercería-, es una actividad de riesgo. Uno nunca quiere despedir a un empleado, pero, si ocurre, tiene derecho a su indemnización. El tema es que detrás suyo viene un abogado para hacer juicio y aparece el anatocismo, que es cuando se cobran intereses sobre los intereses. Fuimos a la Corte Suprema con esto. Entonces, un trabajador despedido, al que le toca una indemnización de $ 2 millones, termina con una sentencia por $ 100 millones. Esto termina con el cierre de negocios. Es un sistema perverso. Hay un proyecto de ley para fijar la tasa en IPC más 3%. Sería un resarcimiento razonable y que no termina fundiendo al empleador. La gente no toma trabajadores porque tiene miedo.
Otro dato interesante tiene que ver con la densidad empresarial. Es un estudio internacional que mide la cantidad de empresas por habitante. En Argentina es muy baja, diría que por este tema laboral y la alta presión tributaria. Argentina es el tercer país más cerrado del mundo. Uno de nuestros asociados es Mercado Libre. Es una empresa fenomenal, reconocida en el mundo, pero ha sido muy atacada por los gobiernos. Deberíamos tener cinco o diez empresas así. Pero no es fácil ser empresario en Argentina.
-En distintos discursos, Milei y Luis Caputo enfatizaron que el Gobierno hizo el trabajo que usted destaca y que ahora les toca a las empresas invertir y generar empleo. ¿Qué falta para que eso ocurra?
-Yo creo que todavía falta un poquito. Vuelvo a lo que decía sobre la confianza. Es fundamental en todo.
-Pero destacó que, desde el primer mes, el Gobierno cumplió con el objetivo de superávit y lo mantuvo durante todo el año, por ejemplo.
-No confían en la política. Quiero ser muy cuidadoso para que no me tilden de anti algo. Pero hablo con gente y me dice que el gobierno de Milei, políticamente, no está consolidado. Tiene minorías en Diputados y en el Senado. Si bien se le reconoce que logró sacar cosas interesantes y frenar otras, no tiene la masa crítica que necesita. ¿Cuál es el miedo? Que vuelvan aquellos que algunos consideran que son peligrosos.
-¿El peronismo?
-Lo decís vos. Que son peligrosos para los empresarios que les gusta el libre mercado. Entonces, la realidad es que los inversores todavía quieren ver qué pasa. Yo creo que van a esperar a las elecciones de medio término. Para mí pasa por ahí.
-Ahora, si no llegan las inversiones, probablemente Milei no tenga éxito y se puede dar la profecía autocumplida.
-Lo que decís en parte está bien, pero hay otra cosa que está traccionando muchísimo más en Argentina. El país viene funcionando sin inversiones hace muchísimo tiempo. La inversión extranjera directa ha caído extraordinariamente en los últimos años. Y sin embargo la cosa marcha, aunque no como uno quisiera. Aún así, acá saltó un factor determinante, que es la energía. Me podrás decir que la depreciación del real brasileño nos va a impactar porque la mercadería brasileña va a estar más barata. Puede ser. También la soja ha caído de precio. Eso se va a compensar con Vaca Muerta. Estamos en un montón de organismos internacionales y nos dicen que necesitan la energía argentina. Esto requiere de muchas inversiones. Por eso salió el RIGI. En un país normal, eso no se necesita.
-Hasta que Vaca Muerta y la minería cumplan con todo su potencial. ¿Resiste este precio del dólar? ¿La apreciación cambiaria clave para estabilizar la macro no puede jugar en contra?
-Si hablás con un exportador, va a pedir un dólar recontra alto. Si hablás con un importador, va a pedir un dólar recontra bajo. El tema es buscar el equilibrio. Desde la Cámara de Comercio siempre observamos que cada vez que Argentina produjo una devaluación, eso fue a precios. Más en un país como el nuestro, con una alta cultura inflacionaria. Si hoy tengo que optar, prefiero este dólar así como está. Eso significa que sectores empresariales argentinos probablemente tengan mayores dificultades que otros y, en una de esas, en lugar de necesitar gerentes financieros, vamos a necesitar gerentes de producción para ser más eficientes. Pero hay cosas que están en carpeta y las tiene que solucionar el Congreso, como la modernización laboral. Hoy, si viene un sindicato y te bloquea, no pasa nada.
-Pero eso ya se votó.
-Todavía anda dando vueltas, quieren una reglamentación…
-Con un dólar barato, es probable que esa discusión no se dé porque se cae la producción.
-Puede ser, pero todavía hay un sector del sindicalismo que amenaza la paz social. Puede ser folclore, porque nosotros estamos acostumbrados, pero cuando te miran de afuera dicen: “Todavía no son confiables”. El Gobierno está llevando una transformación fenomenal sin poder político, pero los inversores quieren ver si esto dura, qué va a pasar. Un inversor va a ver cómo responde el pueblo argentino, si le da la derecha al Gobierno para seguir por este camino. Ojo, esto no significa que haya que terminar con la oposición, que es fundamental en un sistema democrático. Pero la oposición muchas veces tiende a ser destructiva y la Argentina necesita reconstruirse y requiere del acompañamiento de todos.
-¿El peso está artificialmente alto?
-Creo que no. No soy economista, pero creo que está donde tiene que estar.
-El agro reclama una baja de retenciones porque a estos precios produce a pérdida.
-Nunca vamos a dejar de luchar para que Argentina tenga un sistema tributario razonable y obviamente estamos en contra de las retenciones. Lo he hablado muchas veces con Milei y confiamos en que quiere bajar impuestos, pero el país todavía no se puede dar el lujo de quitarlas.
-Al inicio de la entrevista contó cómo conoció a Milei. ¿Eurnekian no le había hablado de él?
-No. Eduardo es un pilar fundamental en la Cámara (N. de la R., es su vicepresidente desde hace décadas). Es un ser humano extremadamente generoso. Pero nunca nos habló de Milei. Cuando empezó a salir (en TV) siempre tuvo una consideración respetuosa, decía que trabajó como economista en su empresa, cumpliendo una función determinada, y nada más. Por lo que sé, tiene un concepto muy interesante de Javier Milei. En el fondo, creo que Eduardo se tiene que sentir muy orgulloso, porque de alguna manera alguien que trabajó en la Corporación América llegó a ser presidente. No es un tema menor. Debe haber algo, además de la propia capacidad de Milei, que debe haber aprendido en su paso por la compañía. No tengo ninguna duda de que Eduardo, no te digo que se sienta mentor, pero sí que se siente orgulloso de que un colaborador de su empresa haya llegado a la Casa Rosada y que, además, esté cumpliendo con lo que prometió.

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