Durante esos años, la balanza comercial argentina resultó altamente superavitaria, no por un incremento de exportaciones sino por una inevitable disminución de importaciones, motivada precisamente por la restricción en la oferta mundial de bienes finales. Ello determinó, por ejemplo, que al finadle la guerra, el país se encontrara con un nivel de reservas de 1.600 millones de dólares y que, por primera vez en la historia, pasara de una posición de deudora a otra de acreedora de Gran Bretaña.
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